miércoles, 15 de enero de 2014

Hasta lo equitativo es relativo.


Lo siento, pero de estar entre la espada y la pared, prefiero estar contra la pared sujetada por tus brazos y con tu espada clavada entre mi pecho.
Todo lo que tengo ahora es mi nada, de la que resurjo y siendo la nada tan grande, no hay espacio para ti en ella. Ni para nadie.
Voy a la deriva y leve mis anclas, soy el capitán de mi velero y si te invito a esta velada inundada de mar y  luna, se hundiría por el peso de nuestra historia.
Lo siento, pero de cuentas pendientes prefiero huir mientras el camarero no se da cuenta.
No puedo controlar estos impulsos asesinos de darle rienda suelta a mi alma, dejarla que vuele,  que se estrelle, que vuelva a volar.
Lo siento pero no estás en este oleo. En este folio. 
Lo siento, pero ya fue mucho tiempo en declive perdiendo siempre para intentar ganar. Pero nunca gané nada, más que estas alas trajinadas, faltas de pedazos pero brillantes aún llenas de polvo.
Lo siento pero para amores, prefiero quitarle la blusa a las guapas en medio del blues y escribir letras tontas que me roben sonrisas de viento. 
Lo siento, pero mi mente corrompida grita por vida, aventuras, amores de momento, momentos llenos de amores, sinsabores, dolores, colores. Descuida, no llores, este es un mutuo acuerdo en el que mientras yo vuelo, tu también aprendes a volar.
Porque nunca me han gustado los animales que se arrastran.
Y no te preocupes, que no necesito arnés para bajar al infierno. Las alas que gané jugando a perder me permiten volver cada vez que quiera. A crear infiernos en el cielo y oasis en desiertos.

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