viernes, 20 de diciembre de 2013

Hastío rima con Vacío.

Todo esto es tú culpa. Fuiste tú quién decidió estar donde estás. Tú mismo creaste este vacío por el que andas cayendo. Fuiste tú quién decidió lanzarse en caída libre y sin paracaídas.

 Tú mismo cavaste tu propia tumba.  ¿Cuándo es suficiente? ¿Qué tan hondo tiene que ser el fondo para ya dejar de caer de una vez por todas y empezar a elevarse otra vez? ¿A dónde se va todo lo que fuiste que tal vez ya ni podrás ser aunque quieras? ¿Cuántas piezas del rompecabezas sobran y cuantas se necesitan para empezar de cero? ¿Es posible hacerlo?... Hacer cuenta regresiva de tus errores para empezar a hacer una nueva lista.

Ni todas las palabras que salgan de mi boca o escriban estos dedos podrían describir mi odio, mi hastío, mi fastidio social. Tengo fastidio hasta de  mí misma, de lo que me he convertido. Desahogo mi inconformismo en letras que se quedan navegando en la nada y sólo me ayudan a no explotar más de lo que ya lo hecho. A no hacerme daño, a no atentar contra nadie. Sólo contra los versos y las palabras que el viento mantiene vigentes pero a la vez se las lleva lejos. Escribo sin parar, sin pensar, sin editar pero sintiendo cada puta letra que digito. Queriendo escapar tan lejos donde nadie me encuentre, donde nadie opine, donde nadie se meta. Donde nadie tergiverse mi realidad con la suya.

No sé a dónde me fui… A dónde se fue mi carácter, mi fuerza, mi fluidez… Ahora siento que en vez de alas tengo ladrillos en los pies. No encuentro el martillo necesario para romperlos, solo quiero huir, alejarme del mundo hasta desaparecer. Pero esa es mi maldita salida siempre para todo y por eso siempre vuelvo al mismo punto. Cada vez peor y cada vez más vacía.
Porque me voy tan lejos que pierdo el control de las cosas que podría manejar estando cerca.

Me siento tan corrosiva, tan dañina, tan nociva, tan oscura. Tan impotente, tan capaz pero a la vez tan débil. Me doy rabia, me doy asco. Yo no soy esto y siempre lo he sabido pero aun así corro con los brazos abiertos hacia la mierda que me como, en la que me revuelco. Porque a veces la mierda se camufla en perfumes, en miles de colores llamativos pero aun así no es más que eso. Una puta mierda que me corroe y me intoxica. Cada vez más…

Yo y mi hija de puta maña de buscar siempre en la basura algo mejor. De preferir la salida de emergencia que la que le corresponde a la entrada.
Qué ironía como luego quieres escapar de todo lo que alguna vez construiste.
Qué asco cuando terminas preso de ti mismo y tus decisiones y luego no te soportas. Y hasta te odias.

Pasar de ser un ser regido por sensaciones para luego sólo tener sin sabores.
Siento que he caído tan bajo que ya no hay un asfalto más profundo que en el que me estrellé de cara.

No sé por dónde empezar, o tal vez sí. Pero no me da la puta gana.
Tengo un arraigo mental que no sé cómo romper y tampoco sé si sea lo suficientemente fuerte para hacerlo. Me agujeré el alma y la luz se escapó por todos los orificios de mi cuerpo.

Siempre escogiendo el camino más largo, tenebroso, turbulento. Siempre queriendo hacer de lo simple la cosa más compleja. Siempre creyendo que lo puedo todo para que al final la realidad me escupa en la cara y me demuestre el bicho tan pequeño que soy en este universo tan grande.


La dicotomía de tener el poder de hacerlo todo y no tener el control de  nada me taladra la cabeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario