martes, 27 de agosto de 2013

Si te olvido, te inventas.

Te busco en cada rincón de todos los infiernos que recorro cada día en tu ausencia.
Te respiro en el aire como si las partículas tuvieran en ellas pedazos de tu boca,
me sabes a vida, a viento, a mar,
A olvido, a borrachera. O bebo por olvidarte o celebrando que te olvide. Pero tu recuerdo viene acompañado de dos hielos. O tres.
Te imagino perdida en su boca intentando encontrarme, pero nunca pasa. No me hayas; Y yo no te busco en otra boca más que en la del viento y tampoco nunca te encuentro.
Y escribo letras débiles y pobres que no encerrarían ni una cuarta parte de lo que es este vaivén.
 Mi alma sale a la cubierta del barco que habita, el cual es mi cuerpo. Trata de pescarte y se pasea todas las mareas siguiendo el canto de las sirenas, pero sólo se encuentra con monstruos camuflados de risas y seda .
 Mis letras cada vez están más secas, ya no hay quién las moje con sólo tocarlas.
 Atrapadas entre fragmentos de tiempo congelado en el viento, entre aquí y allá. Entre una invitación y una despedida. Entre una eternidad que nos duro sólo segundos, estamos tú, yo y mis irremediables ganas de romperte en pedazos microscópicos y volverte fractales de luz hasta hacerte quedar caleidoescópica. 
Romperte y volverte armar de forma diferente todos los días.
Si te olvido, tu te inventas y en algún lugar de mis sueños, me secuestras y no pides recompensa.
Igual perderías el tiempo. Nadie vendría a rescatarme.
Así que invéntate las veces que quieras y ven a atormentarme los demonios .
Total,
y hace rato que no me dejan dormir.

jueves, 15 de agosto de 2013

Caer y recaer.

No sé cuál sería la canción adecuada en este momento y a esta hora para empezar a viajar entre letras.
No sé cuál sería el momento adecuado para empezar a soltar la cuerda y dejarme caer.
Caer no siempre tiene que ser malo. Puedo caer en tu cama y la caída sería agradable o al vacío y sentirme tan llena. Tan plena. Mientras caigo estirar mis brazos y sentir el aire, el espacio. Nada más a mí alrededor más que las nubes, de humo. Que los recuerdos haciendo un remolino por mi espalda y mojando un poco mis ojos. No son sólo mis ojos los que se mojan cuando te recuerdo.
Soledad, ella, tan grande, tan chica, tan polifacética igual que yo. Tan comprensiva y tan nociva. Tan extenuante, exagerada, exacta, exacerbante. Que me exalta cuando me exige que encuentre el lugar exacto para soltarlo todo y dejarme ser. Ex, ex, ex. Todo lo que pudo ser y ya no fue. Tatuado en mi mente el hecho de que el hubiera no existe. Pues si ya no fue no es y si no es, es porque era mejor que no fuera.  En todo caso, soledad toca a mi puerta a invitarme a bailar con la nostalgia. Y cuando me hundo entre ella es cuando me doy cuenta de que estoy cayendo. Y caer se siente bien. Caigo desde lo más alto desde donde me encuentro, caigo para poder llegar hasta lo más hondo del fondo y luego, poder impulsarme lo más arriba que pueda. Para repetir el ciclo.
A veces mis palabras tienen  pena, o miedo, o quizá sólo están cansadas, agotadas. Les doy tanto peso que quiebro sus piernas y luego ya no pueden sostenerse. Y ellas también caen.
Y es en esa lluvia de letras en la que empapo mi alma. Salgo sin paraguas y abro la boca mirando hacia el cielo. Esperando poder retener en mi lengua tantas letras como sea posible. Para empezar a hacerte un poema. Que empiece en mi lengua llena de abecedarios y sueños y termine entre tus piernas. Donde se tergiversa la realidad y ya no sé si estoy aquí o allá. A veces confundo estar despierta con estar soñando. O la realidad es muy puta o los sueños muy utópicos. Y además, mi verdadero problema radica en estar enamorada de los momentos efímeros. De su fugacidad. De la capacidad que tienen para desvanecerse ante mí. De su magia.
Digo magia porque brillan pero además desaparecen de la nada. Y siempre corro la cortina tratando de encontrar el truco. Pero no lo hay. Detrás de ella sólo está ese cementerio de momentos rotos que nunca vuelven a ser el mismo. Pero con cada uno que muere, nace otro nuevo. La otra vez una sirena me contaba que dan su vida por los otros, se sacrifican para hacer una cadena de momentos fugaces. Por eso debes dejarlos morir. Porque su muerte trae vida en la espalda.
Es sólo que a veces es difícil entender eso. Que alguien de su vida por otro. Que muera para generar o para tal vez renacer en otro lugar. Quisiera poder guardarlos todos y revivirlos cada vez que me de la gana. Pero ya que no puedo, a ellos también los dejo caer.
Me preguntó que habrá al final del vacío. Cuando termine de caer. Un paraíso de momentos, letras y personas felices porque por fin están en la nada, o sólo un basurero de recuerdos que nadie quiere recordar.
Mientras caigo y logro saber que hay al otro lado. Cierro los ojos y respiro. Es la cosa más sencilla y efectiva que me han podido enseñar. Me lo enseñó un hada que tenía las alas rotas y cada vez que quería elevarse la realidad la devolvía de un puño al suelo. Cuando se tomó su tiempo para cerrar sus ojos y respiró. Vio colores que nunca había visto. Caleidoscopios que la cegaban ante su hermosura. Pero la ceguera no era problema, porque miraba hacia adentro. Donde no importaba ser ciego si no frío.  Sintió el viento acariciar suavemente sus mejillas, cómo el aire entraba despacio y llenaba sus pulmones de aire. Mientras se llenaban, su mente se llenaba a la vez de ilusiones. Tenía tráfico de pensamientos pero al hacer esto puso semáforos en las calles de su mente. Y luego cuando soltaba el aire, junto con él se iban todos esos peatones atrevidos que no respetaban el “Pare”, todos los autos averiados que dejaban a su paso una nube de humo tóxico.  Y las calles empezaban a fluir un poco mejor y ella a reconstruir sus alas. También fue ella quién me enseñó que el amor es la fuerza más poderosa. Por eso quieren que odies, porque si amas te haces fuerte y puedes tejer tus alas de nuevo. Y volar. Y flotar.

Flotar como las burbujas que hacía cuando me levantaba enredada entre tu pelo y el frío de la mañana. Flotar como las medusas que van por ahí tranquilas en el mar pero venenosas. Flotar como flota un globo que está inflado. Porque en este momento, cayendo paulatinamente, me siento como ese globo. Sólo que en vez de estar inflada de aire estoy inflada de vida. 

Tarrito de Recuerdos.

Y para escapar de la rutina repetitiva no vendría mal un poco de tu saliva. Tóxica y corrosiva, que por más nociva que sea me hace sentir viva. Cerrar los ojos, sentir el aire en la cara, cerrar los ojos y que se apagué todo el mundo que está afuera, que todo se vaya al carajo. Cerrar los ojos para ver con el alma, para sentir con los sesos, ¿Para qué tenerlos abiertos si te veo mejor con ellos cerrados? Cerrarlos para recordar, para aparecer en tus sábanas llena de humo, de música, de lluvia, de dulces, cigarrillos, cerrarlos y sentir tu boca, mordértela hasta que grites y luego ya cuando los abra… Ya no estés.

Y si los abro y camino entre la ciudad, entre la gente que tiene los pies cansados, las alas rotas. Y si mejor vuelo, yo, con la cabeza algo descolocada pero cada vez más alto que nunca. Sin miedo a caer, impulsándome hasta que el algodón de las nubes me haga el amor. A veces con ganas de estrellarme contra el piso, sangrar morado y terminar la función. A veces tan escala de grises, a veces tan cromática. A veces tan hada, a veces tan demonio. A veces el filo de la navaja y otras igual de suave que tus sábanas. Despertarme en otro lugar, en otra dimensión donde lo efímero sea lo importante y la vida cuadrada se vaya a la mierda. Llenarlo todo con mis curvas y ahogarte con una de ellas. Donde los límites desaparezcan, donde pueda hacerte el amor todos los días en esa terraza, a pleno luz del día con todos los vecinos mirándonos. Comer mucho pastel y fumarnos la vida mientras la desglosamos en nuestro débil intento por entenderla, acostarnos a mirar las nubes. Esas mismas nubes que ahora son las que me hacen el amor y antes les veíamos caras, yo demonios, tú me tildabas de loca. Correr desnudos por las calles llenas de basura, llenarnos de pintura hasta que ya no sepa de qué color eres y lo seas de todos. Lamerte las heridas y que sepan a aerosol. Se me cayó el tarrito donde encerré tus recuerdos y ahora juegan escondidas por todo mi cuarto. Los encuentro, los recuerdo, los guardo de nuevo, a otros les hago el amor y luego los tiro. Pero y ¿Tú? Tú tan efímero como la vida misma, volando entre el espacio, entre el cosmos, entre el viento que siento en la cara cuando cierro los ojos. Tú volando por tu propio paraíso inventado, por esa dimensión en la que despiertas cuando te estrellas contra el piso igual que yo. Y abres los ojos que tenías cerrados y te das cuenta que todo siempre fue un sueño. La realidad te levanta de un puño en la cara para no entender nada y sentirme en el viento, igual que yo a ti. Como el viento, porque no estás, pero te siento.

Tú viajando por mi piel.

El día está abrumador y mi cama doble pero fría. Sin espacio para ti ni para nadie, aunque con el vacío. Mis tripas enredadas entre tu cabello, mi lengua lastimada por tus mordiscos pero con ganas de más. Mi corazón, un músculo más que quiero sacarme con pinzas y servírtelo en la cena. Tus ojos profundos, pequeños, gastados pero viajeros. Los míos grandes, estallados, no tan gastados como los tuyos pero cansados. Mi cuerpo con ganas de beberse el tuyo, de ahogarte en una piscina de vodka y luego comerme todas las gomitas de osito. Es que me gustas tanto que me dan ganas de matarte, poquito a poquito, pedazo por pedazo, empezar en tu boca y terminar en tus piernas.
El día está frío como tus palabras, como mis manos. Está frío pero mi cuerpo arde hasta que me quema, jugar con fuego y hacer dibujos en el piso con mis cenizas, con las tuyas. Aún así pienso que saliste de la nada y ahí es donde debes quedarte, perteneces a mis sueños, a mis fantasías, a mis alucinaciones, no eres real.
Quiero quitarme tus besos de encima, o mejor estar encima de ti llenándote de limón las heridas, pintándote con mi labial rojo o mejor con tu sangre. Amarrarte a mi cama y luego tirarte por mi ventana, usarte, botarte, amarte, sentirte, olvidarte. Mejor borrarte antes de que te quedes inyectado en mi espalda.
Quiero que me rompas los labios como rompiste la camisa que tenía puesta.
Romperte la cabeza, como rompiste mis medias de mayas. Hacer ligueros con tus sentimientos y ponérmelos en las piernas. Sin pudor ni lágrimas, conteniendo todo pero soltándolo en la cama. Pegarte, morderte, hacerte sangrar de colores. La vida tan cromática... Y tú y yo tan escala de grises.

Ven a mi cama a bailar la danza de los caninos, a olvidarnos de la vida que está afuera, a pensar que todo está bien aunque todo sea una mierda. Ven a cagarte en mi vida mientras yo te escupo la cara.

¿Y si te invito a cenar?


¿Y Si te invito a cenar? ¿Y si enveneno la comida y luego vivimos juntos por siempre más allá de la muerte, en eternidad?
..Yo creo que si pongo un poco de veneno en el sushi podría estar bien, o no… Mejor si pongo un poco en mis labios y luego te beso…

 ¿Sería una muerte dulce no crees?Podría llevarte a ver el cielo rosado cuando los ovnis estacionan sus naves en las nubes y las vuelven rojas, o podría llevarte a bailar un poco de vals en una cascada mientras el mundo se desmorona a nuestros pies,

¿Y si dormimos juntos?¿Eso sería antes o después de la comida?Antes podría ser un rato y luego comer, comer un rollito, una boquita, comerte a besitos, a mordiscos, o después podría ser para siempre, dormirnos juntos y jamás despertar,Vivir en tu risa, en tus sueños, en tus no me dejes nunca o en tus mírame así para siempre, en tus no te pares de la cama y dame otro de esos besos tuyos con sabor a luna, a sol, a lluvia de meteoritos, a humo de cigarrillo y a sueños gastados.Ven a cenar a mi cuarto, encima de mi cama y con el humo nublándonos la vista, quiero morderte hasta que sangres amarillo o morado, y que me des besos regados por todas partes, en donde caigan y de la forma que caigan, largos, cortos, grandes, sin pudor y con ternura, con amor y por deseo, con ganas y con palabritas mojadas.

Es que nadie entiende que te quiero para mí pero no te quiero conmigo, que me gusta todo de ti pero a veces no me gustas tú, que quiero encerrarte en mi cuarto y no dejarte salir nunca, que quiero consumirte como este cigarrillo o beberme tus besos como esta copa de whisky, ellos no entienden que cuando la luna se asoma a ver a los borrachos en el bar o a las putas en la esquina, vela de cerca nuestros quédate aquí para siempre mezclados con tus gritos, mis taquicardias, tus catarsis y nuestras salvajes demostraciones de amor fusilado por el calor de la noche o los poros alertados.

Shh no digas nada, shh cállate y dame un beso, cállate y háblame con tus ojos que me clavan cuchillos en el alma desgarrándola poco a poco, cállate y toma un trago, bébeme, bébete mis babas, mis sueños gastados, mira que bien nos vemos cuando somos uno, mira como prendemos fuego en la habitación, cállate y muérdeme, cállate que cuando cayas te ves aun mejor, te ves como la porcelana que acabo de romper y tirar por la ventana, te ves como la estatua del parque donde cagan las palomas, te ves como el afiche en mi cuarto y como el helado que siempre me como cuando salgo a perseguir a esas palomas, como las luces de colores cuando la ciudad se viste de noche…

Y déjame vivir, déjame alguito para mi, déjame vivir bien estoy cansado de vivir de casi en casi, porque desde que mis labios probaron tu aroma, tu cuerpo, tus babas, ya no estoy perfecto si tú no estás entre mis sabanas, entre mis sueños, entre mis pesadillas, entre mis cafés y mis cigarrillos, entre las luces, entre la música, estoy casi bien y así no sirve cosita, necesito inyectarme tu nombre, tu olor, tus gritos, tus besos, necesito que me devuelvas el brillo que te robaste cuando mis ojos miran los tuyos, cuando me desnuda tu mirada y ya no se qué hacer, y es que entiende que no puedo contigo, que eres como un imán que me arrastra hacia ti contra la corriente, que quiero secuestrarte y beberme tus sueños uno por uno, comerme tus labios como me como el helado del parque, sentir tu piel como se siente el humo del cigarrillo en las mañanas frías y emborracharme con tu amor como el efecto que causa el whisky en mi.

Cuatro y diecisiete de la mañana y no puedo dormir, no puedo dejar de imaginarte, de recorrer en mi mente tus besos, tus caricias tus quédate conmigo, miro a la ventana y no sé si el punto brillante que se ve en el cielo sea una estrella, un planeta o un ovni…Sea lo que sea, me hace pensar en ti y en nuestras noches de eclipse, en tus palabritas mojadas, en tus sueños rotos que te ayudo a remendar con mis babas, en que dije que no quería quererte y cada vez quiero que estés mas dentro de mí, que me hagas el amor mirándome a los ojos y luego te fumes un cigarro conmigo, que seamos nuestro propio sol en la habitación mientras en la calle llueve a cántaros, que me condenes a cadena perpetua entre tus cobijas.

Tu eres una cosa terrible cosita, hiciste que me tragara mis palabras como si fueran chocolates, hiciste que sintiera lo que no quería sentir, hiciste que te quisiera más que lo que odiaba, hiciste que una parte de mi se quedara prendida a ti y ahora te veo en todo, estas incluso hasta en mis noches de insomnio, cuando me inyecte tu nombre sin querer, me provocaste una sobredosis de amor perfecto imperfecto, creo que ya no hace falta explicarte porque no me seduces si no que me sucedes…

¿Y si te invito a cenar?¿Y si ya no enveneno la comida y simplemente vivimos juntos por siempre?Y si necesitas algo eterno puedo prometerte eternidad, pero no quiero matarte, porque eres mi vida¿Y es que no te basta una vida a mi lado?Viendo las luces de colores de la ciudad y tomando whisky, aferrándome a tu aroma hasta que yo huela a ti, prometiendo no prometer nada para no tener sueños rotos ni ilusiones gastadas…Convirtiendo la muerte dulce en la vida más ácida que jamás hayas tenido.
Cinco de la mañana y creo que es hora de ir a verte entre mis sueños.